Una descarga antes del primer acorde
Era sábado 20 de julio. El Festi Rock Perú 2025, uno de los festivales más ambiciosos del circuito musical alternativo, reunía a varias bandas como 380, Lázaro Suplika Dopamina, Acuarelas y, entre ellas, a Cometa a la Deriva un grupo con años de trayectoria, letras introspectivas y un público fiel que esperaba verlos en vivo. Pero minutos antes de subir al escenario, la música se interrumpió por completo..Mariano Saettone, bajista del grupo, sufrió una descarga eléctrica al conectar su instrumento. El impacto fue tan violento que lo dejó pegado por varios segundos al equipo y tuvo que ser retirado de emergencia con síntomas de quemadura en una mano y dificultad para respirar. Mientras era trasladado a un centro de salud, el festival no se detuvo. Para algunos, el show debía continuar. Para otros, acababa de comenzar un escándalo.
Comunicado con nombre y responsabilidad
Dos días después, Cometa a la Deriva rompió el silencio. Su comunicado, difundido en redes sociales, fue directo y devastador. No solo detallaron el accidente, sino también las advertencias previas que la organización ignoró: no se les permitió una prueba de sonido, el escenario estaba mojado, el micrófono ya había dado una descarga a la vocalista Vanessa Angulo, y uno de los amplificadores incluso echaba humo antes del show.No se trató de un «accidente fortuito», como luego intentó justificar la organización del festival, sino de una cadena de negligencias. Una estructura mojada, un equipo dañado, señales claras de peligro y una actitud desinteresada que convirtió el escenario en una trampa.
La escena que también late en Chimbote
El caso remeció a toda la comunidad artística. Y en Chimbote, donde el arte independiente se sostiene casi siempre a pulso y con pocos recursos, la historia resonó como una advertencia cercana. Aquí, los conciertos se hacen en plazas, parques, patios culturales, ferias, festivales escolares, locales autogestionados. Y aunque hay creatividad y talento de sobra, también hay precariedad. Equipos prestados. Sonido armado al vuelo. Instalaciones sin revisión técnica. Seguridad que depende más del “ojalá que no pase nada” que de protocolos reales.Lo que le ocurrió a Cometa a la Deriva en Lima pudo ocurrir en Chimbote. O ya ha ocurrido, aunque sin el mismo nivel de exposición mediática. Y eso es lo más alarmante: la normalización del riesgo.
Músicos que resisten entre cables cruzados
Cualquier banda local lo sabe. Aquí, subir a un escenario muchas veces es un acto de fe. “¿Hay tierra?” “¿Funciona bien la consola?” “¿Ese micro no da corriente?” son preguntas comunes que los músicos se hacen entre ellos, porque no siempre hay técnicos encargados. Porque a veces no hay técnicos, punto.Los artistas chimbotanos han aprendido a cuidarse entre ellos, a improvisar, a desconectar lo que huele a peligro. Pero no debería ser así. La escena musical merece respeto, y ese respeto empieza por garantizar condiciones mínimas de seguridad.El caso de Mariano, de Cometa a la Deriva, es un llamado de atención que traspasa los géneros musicales y los límites geográficos. Porque cuando se sube al escenario, todos están expuestos si no hay prevención, si se prioriza la rapidez sobre el cuidado, el espectáculo sobre la vida.
Del aplauso a la responsabilidad real
La organización del Festi Rock publicó su descargo solo después de que la denuncia ganó visibilidad. En su comunicado, atribuyeron el accidente a una mezcla de agua y cerveza vertida por el público. Pero no explicaron por qué no hubo prueba de sonido. No hablaron de la descarga previa. No asumieron, más allá de un gesto, las fallas en la estructura y supervisión del evento. Para la banda, fue una reacción tardía y superficial.Desde Chimbote, esto no resulta ajeno. También aquí, más de una vez, la culpa recae en el azar y no en la falta de planificación. También aquí, a veces, se celebra el esfuerzo organizativo sin revisar los errores técnicos. Y también aquí, urge que los organizadores de eventos —sean públicos o privados, grandes o pequeños— entiendan que un buen espectáculo empieza por no poner en peligro a los que lo hacen posible.
La lección que debe llegar a tiempo
Cometa a la Deriva continúa. Mariano se recupera, y la banda sigue componiendo y tocando. Pero dejaron claro que ya no callarán ante lo que consideran una falta de respeto profesional. Lo dijeron sin rodeos: “No somos artistas de fondo ni relleno. Somos personas con vidas e historias que no pueden ponerse en juego por la desidia”.Desde Chimbote, desde cualquier ciudad con una escena que lucha por sobrevivir, esa frase resuena como un manifiesto. Porque no hay canción que justifique una descarga. Porque ningún acorde vale la salud de quien lo toca. Y porque, al final del día, la música también es responsabilidad.Crónica Redactor: Antony Alegre
Editor: Celeste de la Cruz