La educación avanza en las ciudades, pero tropieza en el campo

En la última década, más ancashinos han llegado a la universidad, aunque esa posibilidad sigue siendo un privilegio urbano.

Estudiar más allá de la secundaria es, para muchos jóvenes de Áncash, un sueño que depende del lugar donde nacen. En las ciudades, las universidades se vuelven accesibles, los colegios mejoran, y las familias pueden proyectarse a un futuro distinto. Allí, el conocimiento avanza con paso firme.

Pero en las zonas rurales, el panorama cambia. A pesar del esfuerzo de maestros y estudiantes, la distancia, la falta de recursos y las desigualdades siguen pesando. Muchos no logran terminar el colegio, y llegar a la universidad se convierte en un camino cuesta arriba.

La brecha educativa no es solo una cuestión de cifras, sino de oportunidades que se abren o se cierran según el código postal. Mientras tanto, miles de jóvenes del campo miran con esperanza una educación que aún les queda lejos.

Cerrar esa distancia será clave para el desarrollo real de Áncash. Porque una región educada no puede construirse dejando atrás a quienes más lo necesitan.

REDACTOR: Francisco Quintana

EDITOR: Fabian Ramirez

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