En solo dos décadas, Áncash ha duplicado su población adulta mayor, mientras los niños son ahora una parte más pequeña del paisaje familiar.
Caminar por un barrio típico de Áncash ya no es como antes. Las voces infantiles se escuchan menos, y cada vez es más común ver a adultos mayores ocupando los espacios con paso pausado, pero firme. El envejecimiento ya no es un futuro lejano: es una realidad presente.
El cambio ha sido gradual pero firme. Las familias han comenzado a ser más pequeñas y las personas viven más años, gracias a los avances en salud. Lo que antes era una región joven, ahora es una región que madura. Y con ello vienen también nuevos desafíos.
Este envejecimiento implica repensar cómo se organizan los servicios: desde más centros de atención geriátrica hasta una nueva mirada sobre el trabajo y la jubilación. También plantea una pregunta social profunda: ¿quién cuidará de los que antes cuidaron?
Áncash no solo envejece, también cambia su ritmo. Las escuelas reducen su matrícula, los parques se llenan de tranquilidad, y el futuro parece pedir más manos jóvenes para equilibrar el camino.
REDACTOR: Francisco Quintana
EDITOR: Fabian Ramirez