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Las ciudades se llenan, los pueblos se vacían Áncash cambia de rostro

La región vive una transformación silenciosa: mientras los centros urbanos crecen, algunas provincias rurales pierden población y vitalidad.

En la última década, Áncash ha visto cómo sus ciudades comienzan a latir con más fuerza. Huaraz, por ejemplo, no solo crece en población, sino también en movimiento, en comercios y en historias nuevas que se tejen cada día. Es como si poco a poco estuviera recogiendo las voces de quienes deciden dejar sus comunidades más alejadas.

En cambio, provincias más pequeñas y altas como Aija o Antonio Raymondi se sienten cada vez más solas. Las familias se mudan en busca de mejores oportunidades, dejando detrás casas vacías y plazas donde el silencio reemplaza al bullicio. Son pueblos que resisten, pero que también sienten la partida.

La vida parece estar migrando hacia donde hay más promesas: empleo, educación, acceso a salud. En este nuevo mapa, las carreteras se vuelven caminos de ida para muchos, especialmente jóvenes. El resultado es un Áncash con un crecimiento desigual, donde unos lugares florecen mientras otros esperan no desaparecer.

El reto para las autoridades es claro: llevar desarrollo sin necesidad de que las personas abandonen su tierra. Porque un pueblo no solo se mide por cuántos lo habitan, sino por cuánto se hace por conservar su vida.

REDACTOR: Francisco Quintana

EDITOR: Fabian Ramirez

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